“Uno no puede culpar al destino”, dicen los que creen en el destino. “El destino es la suma de decisiones tomadas”, dicen los que no creen en el destino. Y están aquellos, una buena parte, que no sabe de destinos sino del día a día; del hoy, sin el ayer ni el mañana.
Son los pobres, de diferentes lugares y barrios; pueblos y provincias. Ellos, los pobres.
Acá nomás, en la comarca, están. Al costado de la belleza que se promociona y al costado de las decisiones que se toman, por supuesto, pero están. Y desde Huilliches quisimos conocerlos, saber como viven, que les pasa, que les duele, que los hace sonreír y que los hace esperanzar.
Como viven, en definitiva.
Lorena, del equipo de Huilliches, fue a uno de los barrios. El 30 de Marzo, allá donde Viedma empieza a terminarse. Donde conviven la pobreza extrema, el hacinamiento, la necesidad y la lucha por un derecho: la tierra propia.
Estuvo un rato con ellos, para conocerlos. Habló con ellos; los escuchó y les preguntó. Sin lastima, sin maniqueísmos y sin fruncir la nariz. Y salió con más preguntas de las que llevaba, pero sintió que, a pesar de esa realidad cruel, los vecinos están vivos con esa vida que solamente da el sentirse digno, y útil para alguien.
Una frase en especial le quedó dando vueltas: “No tenemos más esperanzas, tenemos la idea firme de estar acá, para poder tener el día de mañana una vivienda digna para nuestros hijos. Nosotros venimos con esperanzas desde hace muchos años y se nos agotó”, dijeron los vecinos.
Durante la crisis del 2001 y en un corte del puente Pueyrredon, en Buenos Aires, un “piquetero” afirmó que se sentía más digno cortando un puente que esperando la bolsa de comida. “Así siento que estoy vivo; no soy solo un desocupado sino que llego a mi casa y le puedo decir a mis hijos que estoy haciendo algo por ellos”, dijo el hombre.
Entonces vale preguntarse, ¿Cuál es el verdadero lugar de la dignidad?. ¿Dónde está la dignidad?. ¿Dónde se la busca?. ¿Cómo se la busca?.
Que será más indigno, ¿vivir luchándola en las condiciones en que viven, o la resignación?.
Ellos eligieron este tipo de acción directa ante la falta de respuesta y la obscena sordera institucional porque, se sabe, no hay persona más “peligrosa” que aquella que se siente acorralada, o desesperada y que no está dispuesto a escuchar más promesas desde el fondo de la miseria.
En nuestro país, tan hermoso y bananero a la vez, es risueño e indigno a la vez que la discusión esté ocupada por ver quién copa la plaza del congreso con carpas. Mientras tanto la vida sigue, por supuesto, y en una esquina perdida del país, los pibes mueren calcinados o muertos de frío por el sencillo pecado de ser pobres.
Alguien alguna vez deberá dar explicaciones. Acá o allá, aunque es más posible que sea “allá” cuando estén cara a cara con todos los angelitos, calcinados o muertos de frío o de hambre, que se fueron por el único delito de ser pobre en un país que no tolera, ni perdona ni atiende, justamente, la pobreza.
Pobres de ellos. Pobres de nosotros. Pobres…
3 comentarios:
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