Nada distingue más a un país que la cultura que lleva en sus entrañas, pero cómo conviven los inmigrantes con una cultura nueva y qué conservan de la suya.
Desde Huilliches trataremos de contar ¿Qué pasa cuando un extranjero se desprende de sus raíces para inmigrar a otro lugar totalmente diferente? para ello nos entrevistamos con Julio Martínez, vicepresidente de las colectividades extranjeras y secretario de cultura de la sociedad Inty Boliviano, quien nos explicó que la mayoría de los inmigrantes llegan por necesidad y por la gran posibilidad de trabajo que existió y existe en tierras como las de IDEVI.
“Estas tierras son muy fértiles y cuentan con un sistema de riego privilegiado a comparación de Bolivia, que es una zona de tierras muy áridas imposibles de trabajar. Para nuestra gente estas tierras son un paraíso” explicó Martínez y agregó “si no existieran lugares como IDEVI, los bolivianos no vendrían, ya que no tendrían fuente de trabajo”.
La inmigración boliviana en nuestra zona se comenzó a dar en los años 70. En un primer momento eran sólo peones en las antiguas chacras, ya que sus dueños cansados de explotar durante tanto tiempo las tierras no querían que sus hijos pasaran por lo mismo, entonces decidían mandarlos a la ciudad en busca de un futuro mejor. Fue entonces cuando las chacras comenzaron a quedar vacías y es ahí en donde los bolivianos, que se caracterizan por ser trabajares de la tierra, comienzan a ocupar esos espacios vacíos, de los cuales hoy muchos son propietarios.
“No es que vinimos a robarles las tierras ni el trabajo como muchos piensan, porque en su momento, cuando las chacras quedaron desocupadas nadie quería trabajarlas, yo recuerdo que mi suegro venia a la ciudad en busca de peones y nadie quería ir por considerar que era un trabajo pesado, y de alguna manera sucio” explicó Martínez y agregó: “Muchos bolivianos también aportaron novedades a la cultura Argentina, como es el caso del maíz comestible y otros cultivos que acá no se cosechaban”.
“Es producto de la nostalgia que provoca estar lejos de la tierra de uno”, explicó Martínez, y añadió “no sólo es para la gente boliviana sino también para toda
En estos festivales se presentan grupos musicales y de danzas con las distintas vestimentas que caracteriza a Bolivia. “Es una fiesta de mucho color, mucha fuerza. Cualquier país se enriquece si toma lo bueno de cada cultura”, explicó.
“Estos festivales son solo una manera de conservar las raíces de uno, aunque también sucede que nuestra comunidad en la intimidad conversan en quechua, que es el idioma originario de Bolivia, otros no lo conservan por prejuicio, por ese miedo a ser discriminado” finalizó Julio Martínez.
Vale recordar que este año el festival se dará cita los días 16 y 17 de agosto, en la sala mayor del Centro Municipal de Cultura de Viedma, y es una buena oportunidad para conocer la cultura que desde hace ya un tiempo esta instalada en nuestra sociedad y merece ser reconocida y adoptada para un mayor enriquecimiento socio-cultural.
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