Si la eternidad es cuestión de pecados
Todos moriremos fusilados.
Nuestra decadencia es hermosa
Huele a cadáveres perfumados,
A sangre envenenada por un amor roto.
Sólo sabemos sangrar...
Nos hemos enamorado de un espejismo
De una lastima llamada esperanza,
Tan llena de tristezas y abismos,
Tan vacía de luciérnagas y estrellas.
Estamos a oscuras, estamos sin huellas.
Somos flores marchitadas
Sin jardín donde morir, sin pasión.
No miramos al sol, no soñamos la luna.
El fuego nos espera con todo su amor
Amor de ira, amor de desolación.
Sólo sabemos sangrar...
Antaño éramos un puñado de cuervos
Y hoy ya no tenemos nido.
Nos da placer degollar sueños,
Nos da placer desvirgar promesas.
La soledad nos regala... su asco y su vacío.
Hemos perdido el rastro de los dioses
Ya no tenemos sombra ni sentidos.
Estamos paranoicos, sentimos voces
¿quieres comerte mi cerebro?
¿quieres desterrar mi consuelo?
Sólo sabemos sangrar...
Deambulamos sin calles, corremos sin destino,
Hartos de la ira de la inconsciencia.
Sufrimos el dolor de Cristo y su camino
Comemos el fanatismo de la angustia.
Nuestras almas siempre estarán amputadas.
Sólo sabemos sangrar...
Las tripas de la venganza salpica la moral
El mundo es mercenario...¿puedes sentirlo?
¿A dónde volverás a buscar la eternidad?
No trates de escaparte de tu fin
Ya estamos muertos, ya nada cambiará.
La utopía de vivir es poder morir
Abandonar el dolor del alma.
Fuimos, somos y seremos un festín
De traición y mentiras, de vicios y fracasos.
La perfección siempre será nuestra asesina.
Sólo sabemos sangrar
Porque sangre es lo que sobra.
Sólo sabemos sangrar
Porque nadie nos perdona.
Sólo sabemos sangrar…
Porque Dios está en coma.
Breve biografía
El autor de este poema es Darío Chicaval, quien actualmente se encuentra cursando la carrera de Planificador Social en la extensión de Periodismo y Comunicación Social en Carmen de Patagones perteneciente a
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