lunes, 26 de enero de 2009

Sonoridad Andina

Melodías de solidaridad e identidad
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En la escalera n °35 del Barrio Guido de la ciudad de Viedma, se encuentran ellos, esas almas que encuentran su esencia con el sonido del viento, que encuentran un lugar para poder ser, para poder sentir, jugar, y al mismo tiempo ver un futuro en el cual puedan desarrollar su actividad, la música.
*Por Yanina Miranda





Son cuatro los profesores que llevan el proyecto de generar un espacio de socialización, de solidaridad, de contención, que tiene también como objetivo la formación de una identidad y de construir un vínculo de comunidad dentro del mismo grupo y para la sociedad. “La música es una excusa”, comentaron los profesores, ya que a través de ella se logra un espacio de referencia, un espacio de construcción humana. Ellos explicaron que la música cumple un proyecto social.

Comienzo

Festejando el cierre de fin de año de los talleres, Martín Vinaya, uno de los profesores de Sonoridad Andina nos comentó como surgió el grupo, la fuerza y el cariño que este mismo tiene. “Al principio mi padre estaba haciendo algunos trabajos en el Barrio Guido y me sume junto con Roberto Martínez” y agregó a esto “Sandro Martínez estaba trabajando en el galpón amarillo, ya tenía un proyecto escrito que trataba la construcción y el armado de instrumentos de viento”. Cada profesor por su parte ya realizaba algún trabajo con respecto a la música y al compromiso con los chicos. Algo se estaba gestando.

“Llamamos a Sandro y le preguntamos si podríamos trabajar juntos en el barrio y nos dijo que si, así que enlazamos nuestros conocimientos y así surgió Sonoridad Andina”. El profesor explicó que se acompaño con lo que se sabía, guitarra, más los instrumentos de viento y un poco de percusión. Sonoridad Andina justamente es la conformación de todos los instrumentos andinos que hacen a la temática de estos profesores y con relación a esto Martín focalizó: “Como proyecto tiene de objetivo generar espacios de socialización y prevención comunitaria, utilizando la música para ello”.

Al principio el grupo contaba con 8 chicos que al tiempo se fue solidificando en cuanto a producción musical “la producción musical era importante, así que dijimos hay que salir”comentó el profesor.

Los primeros escenarios fueron en las escuelas de los mismos integrantes del grupo, una forma de afianzar su identidad al mostrarse en su comunidad. A partir de ahí Sonoridad Andina comenzó a compartir su música a diferentes públicos, comenzó a difundirse el espacio.

El año pasado terminaron con alrededor de 25 presentaciones en jardines, escuelas, encuentro culturales y otros lugares.

Una familia

Trabajar cotidianamente con chicos y amigos, implica crear un vínculo especial dentro de la labor, la subjetividad subyace en el marco del cariño y éste es un ingrediente mas que hace justamente especial al grupo, no sólo en relación alumno-profesor, sino en referencia a una relación de igualdad, de integración. “Nosotros propusimos el espacio, el resto lo hacen los chicos” resumió Martín a esta relación que se entablan con los chicos y entre los mismos profesores.

En la actualidad tienen un grupo de aproximadamente 25 personas constantes, comprometidos con los talleres. Martín explicó que esto se debe al amor por lo que se hace y esto lo captan los chicos, lo adhieren y justamente lo que conlleva al compromiso y la entrega en la música. “Hoy los chicos escuchan música andina, es parte de su identidad, ya no es de los Incas, de los Quechua, ya es de Braian, de Dolores, de Carla, ya no es del norte, es de acá, del barrio”.
A varios alumnos se les preguntó qué era para ellos Sonoridad Andina y resumieron su sentimiento en una palabra, “familia”.

Rosa Ochoa mamá de uno de los alumnos comentó: “estoy feliz porque los chicos encontraron un lugar, tienen una educación, se le inculcan valores, respeto, solidaridad y a los profesores les voy a agradecer toda la vida, porque esto es una ayuda muy grande para las madres que estamos solas”. Emocionado, con la vos quebrada por las lágrimas que resignifica el esfuerzo, la energía, el amor que se le da a este proyecto, Martín Vinaya comentó: “Yo he dejado parte de mí acá. Para mí esto es una familia, un espacio de encuentro”. “Apuesto a Sonoridad Andina, porque es una herramienta de cambio social y de transformación”, finalizó.

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*Sonoridad Andina se desprende como una rama más del Centro de Promoción Familiar La Casita de Nehuen junto con el Ministerio de Familia y la unidad Adolescente del hospital Artemides Zatti, dentro de este proyecto existen otras actividades como football, un taller de murales, taller de costura reparadora, de apoyo escolar, actividades que tienen como objetivo mejorar la calidad de vida de la comunidad, junto con la integración de la familia, y la solidaridad como valor primordial.
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