lunes, 26 de enero de 2009

¿Felices Fiestas?
La navidad de la Comarca
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Y si… ya estamos en enero, las fiestas navideñas pasaron a ser un recuerdo más, pero qué sucede en esas fechas de celebración espiritual que en la actualidad son una mercancía para muchos y han perdido el verdadero valor religioso.



*Por Maria Eugenia Mauna
maruhuilliches@hotmail.com

Dibujo: Ramiro Vitanzi
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Compro y luego existo

Hace años la navidad se vivía plenamente, eran momentos en los cuales se les trataba de explicar a los más pequeños como fue el nacimiento de Jesús en el portal de Belén, la llegada de los reyes magos siguiendo la estrella fugaz y haciéndoles sentir que no es únicamente un período del año en que se dan regalos, sino una época especial para vivir en familia y con las personas amadas. Sin embargo en esta época existe la tradición de hacerse regalos, algo que las empresas no podían dejar pasar por alto. Estas fiestas se han convertido en un tiempo de consumismo inmoderado. Llegando fin de año nos vemos invadidos por los turrones, pan dulce, juguetes, anuncios y más anuncios. Somos victimas del consumismo que, a pesar de todo, cada vez más lo incorporamos como una necesidad.

Días antes de la llegada de la navidad, recorrer las calles de la ciudad, es un verdadero caos. Los centros comerciales invitaban a acercarse y a observar las primeras promociones de calzados, remeras, pantalones y algún que otro artefacto domestico. Sin embargo con el correr de los días nos damos cuenta que esas “promociones”, no son tales, ya que una vez que pasan las fiestas, además de aumentar 15 kilos en menos de 24 horas, caemos en la cruda realidad, y parece ser que eran productos viejos, remeras ochentonas (literalmente hablando) pero como éstas están tan a la moda, bienvenidas sean, y nos compramos dos al precio de tres.

Es así como vivimos inmersos en un mundo de consumismo exagerado y vulgar que poco tiene que ver con aquellas primitivas costumbres de valores de solidaridad, paz, compasión y amor que nos trajo el niño Jesús de Belén el cual, nos guste o no, nació pobre.

El mercado con su consumismo se nos impone, nos manipula de manera prolija y deseable para vender cada vez más, lo hacen a través de sus eternos cómplices; las agencias publicitarias, las cuales son verdaderamente ingeniosas y llegan a lavarnos el cerebro, nos satura los sentidos, haciéndonos creer que lo primordial es llenar el árbol de navidad de regalos y nos invita a comprar cosas que frecuentemente son innecesarias y superficiales.

Por otro lado es interesante reflexionar acerca de cuantos son los verdaderos cristianos que participan en los festines religiosos de Navidad y más inquietante es saber si en épocas navideñas reflexionamos y sabemos ver en el rostro de Cristo a los pobres de hoy, a los millones de niños víctimas del SIDA, hambrientos, enfermos, pobres y marginados , como así también a las mujeres abusadas explotadas o sufriendo por sus hijos que tal vez estén en las drogas, presos o alcohólicos.

La navidad debería significar, un momento en el cual las personas acostumbren a dar lo mejor de si mismo en beneficio de los demás, o simplemente la llega de ese momento tan esperado en donde con la excusa de alzar las copas y brindar con aquellos que durante todo el año no vio por distintos motivos de la vida, y sobre todo, desear mejor año a sus seres queridos, pensando siempre en que el futuro sea mejor que lo que vivimos en ese presente, tanto para uno como para el resto de la sociedad. Precisamente son estos momentos los más valiosos y a los cuales no se les puede dar un valor económico, sino más bien la continuidad para que por lo menos sirva como excusa para una unión universal.

Un golpe real, con espíritu navideño


Aunque la canasta navideña en este 2008 tuvo su propia versión oficial, la cual no debería haber superado los $ 9,00, esta parece no haber llegado nunca por estos “pagos” y recorriendo las góndolas de comercios locales fue evidente que se pudieron encontrar precios variados a la hora de “llenar” la mesa navideña, pero la realidad fue que aun si uno optaba por los artículos mas económicos ofrecidos en las góndolas, para adquirir un Pan Dulce, una Sidra, un budín, una bolsa de garrapiñadas y un turrón de maní, debió gastar cerca de los $ 14,50, algo más de lo propuesto por la Presidenta en su discurso en donde presento el “KIT NAVIDEÑO”. En el mismo discurso, la jefa de Estado aseguró que la oferta de canastas navideñas, acordada con supermercados y almacenes, incluye un "compromiso" de seguimiento de "la evolución de precios"; parece ser que por estos lados, fueron pocos (por no ser tan negativos) quienes respetaron estas medidas y las ofertas que se ofrecían duraron poco tiempo en las góndolas dada la gran demanda de las mismas por parte de los consumidores.

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