Por Yanina Miranda
Movimientos, exageración del cuerpo, historias de cuento, historias quizá reales que dejan en el público una risa, una lágrima o una ilusión. Una excusa para volver a ser niños y jugar e interactuar con esos personajes tan especiales hechos de hilo, palos, alambre, cuerdas y con lo que su creador quiere contar.
Las piernas de una mujer… ¿Como empezó esto de la marioneta?
Hace ya unos cuantos años la Municipalidad de Viedma contrató a dos profesionales titiriteros que pasaron por acá ofreciendo talleres. Era una pareja de titiriteros, Alcides Moreno y Cecilia Andrés, que integraban un teatro de títeres que se llamaba “El Farolito”.
Bueno, los contrató la municipalidad de Viedma e invitaron a los estudiantes del secundario para que participen. Estamos hablando del año 68’o 69’ y como consecuencia de ese taller quedamos relacionados con el arte de los títeres. Los que dictaban el curso se fueron de Viedma y nosotros como adolescentes quedamos desprotegidos de esa apoyatura de dirección, apoyatura técnica y afectiva con relación al teatro de títeres.
Pero yo entendí una vez algo: que todo empezó por una mujer, por sus piernas… (Risas) Estábamos en tercer año y tendríamos 15 y 16 años y esa época fue muy especial, mucha revolución dando vueltas, influencia en la música con el mundo, de la revolución francesa, el Che Guevara en Cuba, los Beatles difundiendo no sólo una música sino también una actitud.
El famoso “amor y paz”, con un gran proceso de liberación. Bueno, y con ello las mujeres que empezaban con el destape; se dejaba de usar la famosa “midi” para usarse la “mini”, polleras mucho más cortitas. Y aquí la más osada no mostraba la rodilla, pero cuando venían mujeres de afuera, de grandes ciudades, ya osaban mostrar un poco más, sobre todo porque no estaban en su lugar.
¿Y tu profesora fue una de ellas?
Cecilia, que actualmente esta radicada en México y con quien nos seguimos viendo, en ese momento tendría 24 años con un cuerpo escultural. (Risas) Ella usaba una minifalda importante. Es decir mucho más arriba de las rodillas. Y cuando llego este taller yo no me inscribí, porque para mi eso era de “raros”, para gente con una determinada inclinación sexual, afeminados quizá.
El teatro y toda esa cosa rara; un mundo permisivo y para raros. Otro compañero que no se inscribió fue Julio Meilán, que no esta entre nosotros, está desaparecido. A los dos no nos iba esa cosa de los títeres. Pero al otro día en el curso, los compañeros que habían participado del taller nos cuentan que la habían pasado bárbaro, hacían de todo, escuchaban a los Beatles, y otra cosa que nos dicen es: “La profesora esta re buena, las piernas son infartantes”. Al otro día Julio y yo nos inscribimos en ese taller. La paradoja de esto es que Julio, hasta que estuvo con nosotros, hizo títeres y yo los sigo haciendo. Y todos los que se habían anotado espontáneamente ninguno continuó con esto, a pesar de que todos recuerdan con cariño y con mucho valor ese taller.
¿Y después del taller?
Se terminó el taller, me fui a estudiar a La Plata escenografía en Bellas Artes y luego seguí haciendo títeres en la Plata. Forme parte de un grupo de títeres que trabajó durante mucho tiempo en ese lugar. Luego retorné a Viedma a fines del ´74. Ese mismo año, antes de venir acá, estuve en Buenos Aires con títeres y luego vino el Golpe de Estado y se corto todo. Retorne a fines del ´76 con un grupo de títeres que se llamó “La Luna Borracha”.
La música de las marionetas
¿Cuándo dejaste de hacer títeres y te dedicaste a las marionetas?
En el ´81 empecé con lo que es marionetas. Ahí conocí a Luis Alberto Sánchez Vera que fue mi director y quien me enseñó la técnica de las marionetas.
¿Qué estas haciendo ahora?
Nosotros estamos montando un espectáculo de tango. Nos situamos dentro de la historia del tango, vemos que es lo que específicamente queremos contar del tango y construimos los personajes para hacerlo.
¿Cuál es el mensaje que querés transmitir?
En general es por lo que tiene uno de carga emocional, emotiva que necesita contar. En este caso el tango es una cuestión que esta latente en la Argentina y en todas partes del mundo, pero principalmente en nuestro país. Refleja todo un estado de ánimo del ser humano inmerso en un determinado tipo de sociedad.
¿Se podría decir que tu inspiración es la música?
Bueno, es que el código de la marioneta tiene que ver mucho con la música. La exageración del cuerpo humano, y el respaldo que debe tener la marioneta, la velocidad, el tiempo, el movimiento y por lo tanto la música tiene mucho que ver.
¿Y los espectáculos son para adultos o para niños?
En realidad nosotros no pensamos en si el espectáculo es para chicos o para grandes. Nosotros pensamos en espectáculos para toda la familia. De pronto el chico va a percibir ciertas cosas que el adulto no, y a la inversa. Que el mensaje se transmita con amor y ternura para que sea disparador de emociones, esa es la idea. Un niño lo va a percibir claramente y en un plano de mucha mayor amplitud con respecto al adulto, ya que éste está formado, en realidad deformado, condicionado por parámetros que muchas veces no son nuestros. Y ese es el encanto del niño, que todavía no ha sido condicionado para ver y sentir.
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