viernes, 3 de octubre de 2008

El asesinato del Doctor Marouiller, un enigma que lleva 92 años

Por Rolando Arrizabalaga
Los hechos fueron publicados por el medio local La Nueva Era, en octubre de 1916.


Luis Marouiller, médico francés, fue asesinado de un escopetazo por domingo Farinelli en un cálido atardecer de fines de septiembre. Aunque el culpable fue a prisión por 25 años, nunca se supo fehacientemente sobre el móvil del hecho.



Cuando murió, Don Luis Marouiller, francés de nacimiento y maragato por opción, tenía más de 80 años. Su muerte trascendió la época, al punto que aún hoy no queda explicitado el porqué del brutal crimen.


El Doctor, como era nombrado en Patagones y Viedma, fue hallado muerto de un escopetazo en una quinta de su propiedad, en lo que hoy es la zona de chacras en el camino que va hacia el balneario La Baliza.


Hoy, a 92 años de aquel asesinato ocurrido un domingo 24 de septiembre de 1916, quedan como vestigios del hecho una placa de bronce en el acceso al cementerio local e innumerables versiones del móvil del crimen.


Las crónicas de la época y la tradición oral describen a Marouiller como un médico muy notable, alguien muy destacado en el ámbito social con marcados rasgos benéficos.
Había nacido en Laon, en las inmediaciones de Paris, para radicarse con 18 años en nuestro país, a mediados del siglo XIX.


En Carmen de Patagones fue Concejal municipal y consejero escolar durante dos periodos, medico municipal y del hospital por espacio de más de 15 años.

Las crónicas de la época

El crimen de Marouiller fue un suceso muy sonado que por años quedó instalado en la sociedad e incluso hoy nos lleva a escribir sobre el.
Si bien el asesinato fue esclarecido y el autor del disparo purgó la pena en prisión no quedan datos precisos del porqué.


El diario La Nueva Era, con fecha del 1º de octubre de 1916, describió minuciosamente los hechos que acabaron con la vida de Marouiller. Bajo el título “El drama sangriento del domingo. Asesinato del Dr. Marouiller”, aquel diario hizo un extenso racconto de quien fuera el hombre en cuestión y reconstruyó sus últimas horas.


Dice La Nueva Era: “La ingrata nueva circuló por todo Patagones en breves minutos poniendo en movimiento y en sobresalto a cuanto lo conocían, ya que se le profesaba sincera estimación en todos los hogares como médico de valía en muchos y como amigo y benefactor en los más”, y continúa: “No tardaron en organizarse expediciones de amigos que marcharon en su búsqueda logrando al fin no sin vencer dificultades que son de imaginar en medio del campo y de noche dar con el cadáver del infortunado señor, que encontraron tendido boca abajo presentando en el rostro una gran equimosis y en el cuerpo tres heridas de balas todas mortales y de las cuales manaba abundante hemorragia”.


Las pericias policiales de la época determinaron que el asesino esperó a Marouiller escondido detrás de un matorral durante unas horas y cuando este regresaba a la casa le disparó con una escopeta.


Las huellas del asesino fueron seguidas por dos “rastreadores”, Aurelio Quevedo y Fernando Iglesias, quienes determinaron que quién había hecho el disparo había salido de la casa de un tal Farinelli, próxima al lugar.


Una parte de la crónica de La Nueva Era es imperdible y da cuenta de la pericia de estos sabuesos rastreadores: “una particularidad de las huellas: la que desde la casa conducía al matorro, denotaba la regularidad del paso propio de un individuo que marcha sin apresuramiento, como de paseo; la que desde el matorro parte de regreso, revela cierta premura como de hombre que debe llegar cuanto antes, pues en todos los pasos la arena está levantada hacía atrás”, e incluso ratificaron que “los pasos eran de un hombre que calzaba alpargatas con taco de suela”. Esas mismas alpargatas fueron secuestradas en la casa de Farinelli y todo empezó a aclararse.
Domingo Farinelli fue encontrado responsable de la muerte de Luis Marouiller y cumplió 25 años de prisión en la cárcel de Sierra Chica.

¿Un crimen por encargo?

Resulta sugestivo un párrafo del diario La Nueva Era donde se deja entrever la hipótesis de un crimen por encargo. Según aquel diario, único testimonio escrito de la época, Marouiller “padecía desde hace algunos años, la obsesión de la vitivicultura”, y junto a los esfuerzos e inversiones que realizaba en sus cultivos el doctor “hubo de tratar con muchos individuos de diversas nacionalidades y de diferentes clases sociales”.


“Los personajes que van a intervenir en el drama -según el cronista de la época- tienen alguna página de su historia vinculada al doctor Marouiller, de modo que la supresión de este venía a ser simplemente la consecuencia de un proyecto mercantil de vastas proporciones, para cuya realización feliz era absolutamente indispensable la desaparición de aquel”.


A esta postura se suman otras como una deuda impaga por trabajos de construcción efectuadas por Farinelli a favor del fallecido, pero un testimonio oral volcado en el libro “Personajes de antaño”, de José Scalesi, hacen pensar que el móvil era otro.


Según este testimonio, Farinelli y otros asociados explotaban un boliche con despacho de bebidas, cancha de bochas, juegos de naipes y un pequeño piringundín (prostíbulo).


Marouiller, en su carácter de alcalde, habría dispuesto la clausura del local por “no cumplirse las normas profilácticas, y a raíz de esto la sociedad habría dispuesto la muerte de Marouiller que, vale decirlo, tiene reminiscencias de las vendettas italianas desde el arma utilizada –una escopeta denominada “lupara” (lobera)- que aquella mafia oriunda de Sicilia utilizaba en los ajustes de cuenta.

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