domingo, 15 de marzo de 2009
Y dale con las preguntitas…
Siempre es lo mismo: cada año, desde principio de febrero y hasta bien entrado abril, el tema ineludible en Carmen de Patagones es la Fiesta del 7 de Marzo.
“¿Cuándo empieza? ¿Cuánto cobran la entrada? ¿Quién viene? ¿Quién la organiza?. Siempre lo mismo, siempre las mismas preguntas y discusiones en una sociedad que tampoco muta demasiado.
La información obvia, repetida y tamizada una y otra vez por los medios, se repite año a año: cuando empieza, cuanto cobran, quien viene o quien la organiza.
Nosotros, Huilliches, le proponemos cambiar, un poquito nomás…
¿Qué le parece si miramos desde otro lugar y cambiamos las preguntas?
Nos podríamos preguntar, por ejemplo, cómo se mide el éxito de una fiesta. O cuáles son los parámetros que rigen una fiesta popular o tradicional.
Son todas preguntas que desembocan en una y que, vale decirlo, pocas veces se ha hecho y que inclusive hasta el momento no tiene una respuesta exacta, o por lo menos concreta: ¿Cuál es la fiesta que quiere la gente, la comunidad, nosotros…?
Con el correr de los años, la celebración de la histórica gesta de 1827 ha mutado, y mucho. La gente ha acompañado esos cambios, pero como un participe necesario y no como un actor fundamental, por muchos y diversos motivos pero tal vez el más importante sea que, con el tiempo, la fiesta que celebraba aquella gesta se ha convertido en otra cosa, y en honor de la verdad no sabemos muy bien en que…
A nosotros, desde Huilliches, nos surgió la pregunta al revés: si la Fiesta del 7 de Marzo es un hecho sociocultural ¿cuál es realmente el significado socio cultural de nuestra fiesta? ¿Qué sectores representa genuinamente y cuales otros expulsa o no tiene en cuenta? La gente, la comunidad, nosotros… ¿consideramos la Fiesta como una celebración de aquella Gesta histórica o sólo como una semana de color, música, feria y comidas?. ¿Qué lugar ocupa nuestra historia, nuestra tradición, nuestra identidad?.
Preguntas, claro. Partimos siempre de las preguntas, porque no se trata de nuestras respuestas sino de pensar juntos, y de la diversidad de respuestas que, de tenerse en cuenta, podrían marca un camino.
Nada de verdades reveladas, sólo preguntas. Las nuestras y las suyas, como una forma de pensar juntos, que no es poco en estos tiempos.
Posdata: Este es nuestro segundo año en la calle y no es poco, por lo menos para nosotros. Seguros de no ser todo lo masivos que quisiéramos pero convencidos de pensar y escribir cada tema haciendo honor de un oficio que el maestro Luis Pita definió como “el más hermoso del mundo”, salimos a la calle con nueva impresión, nuevo diseño y las ganas y el compromiso de siempre. Gracias por estar, este año y los que vendrán.
“¿Cuándo empieza? ¿Cuánto cobran la entrada? ¿Quién viene? ¿Quién la organiza?. Siempre lo mismo, siempre las mismas preguntas y discusiones en una sociedad que tampoco muta demasiado.
La información obvia, repetida y tamizada una y otra vez por los medios, se repite año a año: cuando empieza, cuanto cobran, quien viene o quien la organiza.
Nosotros, Huilliches, le proponemos cambiar, un poquito nomás…
¿Qué le parece si miramos desde otro lugar y cambiamos las preguntas?
Nos podríamos preguntar, por ejemplo, cómo se mide el éxito de una fiesta. O cuáles son los parámetros que rigen una fiesta popular o tradicional.
Son todas preguntas que desembocan en una y que, vale decirlo, pocas veces se ha hecho y que inclusive hasta el momento no tiene una respuesta exacta, o por lo menos concreta: ¿Cuál es la fiesta que quiere la gente, la comunidad, nosotros…?
Con el correr de los años, la celebración de la histórica gesta de 1827 ha mutado, y mucho. La gente ha acompañado esos cambios, pero como un participe necesario y no como un actor fundamental, por muchos y diversos motivos pero tal vez el más importante sea que, con el tiempo, la fiesta que celebraba aquella gesta se ha convertido en otra cosa, y en honor de la verdad no sabemos muy bien en que…
A nosotros, desde Huilliches, nos surgió la pregunta al revés: si la Fiesta del 7 de Marzo es un hecho sociocultural ¿cuál es realmente el significado socio cultural de nuestra fiesta? ¿Qué sectores representa genuinamente y cuales otros expulsa o no tiene en cuenta? La gente, la comunidad, nosotros… ¿consideramos la Fiesta como una celebración de aquella Gesta histórica o sólo como una semana de color, música, feria y comidas?. ¿Qué lugar ocupa nuestra historia, nuestra tradición, nuestra identidad?.
Preguntas, claro. Partimos siempre de las preguntas, porque no se trata de nuestras respuestas sino de pensar juntos, y de la diversidad de respuestas que, de tenerse en cuenta, podrían marca un camino.
Nada de verdades reveladas, sólo preguntas. Las nuestras y las suyas, como una forma de pensar juntos, que no es poco en estos tiempos.
Posdata: Este es nuestro segundo año en la calle y no es poco, por lo menos para nosotros. Seguros de no ser todo lo masivos que quisiéramos pero convencidos de pensar y escribir cada tema haciendo honor de un oficio que el maestro Luis Pita definió como “el más hermoso del mundo”, salimos a la calle con nueva impresión, nuevo diseño y las ganas y el compromiso de siempre. Gracias por estar, este año y los que vendrán.
¿Un pueblo en extinción? - Stroeder: esperanza, impotencia y desconsuelo
Por Alejandro Azaroff
Gente que deja sus tierras y se va; otros que eligen pelear como pueden y se refugian en un anhelo de cambio para no verse obligado a partir del pueblo que los vio nacer.
Estos son algunos de los contrastes que manifiestan la inseguridad respecto a su futuro de los habitantes de la localidad de Stroeder, una localidad ubicada en el centro del partido de Patagones; los que se van y los que se quedan a pelearla para que el pueblo subsista ante la falta de lluvia en la región, que lleva varios meses.
Stroeder se ubica sobre el kilómetro 881 de la Ruta Nacional Nº 3. Es un pueblo que surgió a través de un visionario alemán llamado Hugo Stroeder, quien formó la colonia donde se emplazó la primera estación de ferrocarril de la Patagonia, un 11 de noviembre de 1913. Esta estación le dio al pueblo el sentido de su existencia, aunque el primer tren llegó a la localidad el 27 de octubre del mismo año.
En 1963 el Gobierno Nacional mandó a construir una planta de almacenamiento para depositar la gran producción que se cultivaba en los campos de la zona, convirtiéndose Stroeder en la planta de silos más austral del país por mucho tiempo.
Todos esos años en los que la localidad fue acompañada de proyectos de vida concretos y en pleno desarrollo junto a estructuras que enriquecían a la población y permitieron soñar con el crecimiento fueron pasando lentamente, y Stroeder, una de las zonas más importante para la producción triguera de la región, fue perdiendo protagonismo.
En la actualidad es, junto al norte del país, una de las zonas más castigadas por el clima y la sequía, lo que hace pensar a sus habitantes cómo seguir viviendo en la localidad.
Cómo se vive en Stroeder
Vivir en Stroeder hoy se ha tornado en una gran incertidumbre; muchos productores decidieron vender sus tierras y partir en busca de nuevos horizontes. Otros hicieron lo mismo con sus viviendas, y la mayoría de los que aun no se fueron especulan con hacerlo en cualquier momento.
Gabriel Ferrari, veterinario oriundo de Stroeder, eligió irse hace unos años pero volvió desde Santa Cruz a su pueblo natal. En una nota publicada por la agencia Noticias Argentinas, contó que “cuando pienso en el futuro me invade el desconsuelo. Hace cinco años pudimos regresar y me ha ido bien, no me quejo. Lo que me pone mal es pensar que tal vez tenga que irme otra vez de mi pueblo”, y aseguró que Stroeder tiene una “sucursal” en Ushuaia donde debe haber más de 50 o 60 personas oriundas de la localidad que decidieron cambiar el campo por el frío.
Apostar al lugar
La contracara de quienes emigran son aquellas personas que decidieron vivir en la localidad manteniendo sus fuentes de trabajo, con los altibajos que se generan por el desconcierto de la gente. Los habitantes dicen que el campo es la fuente de vida del pueblo y esperan por las lluvias que, según ellos, mejoraran la situación.
Juan es un carnicero que desde hace 20 años tiene su negocio en uno de los barrios más alejados del centro. Junto a Carmen, su esposa a quien todos conocen por “Chocha”, contaron su experiencia de vida en un pueblo al que algunos consideran en desaparición.
“Si hiciesen el proyecto de riego del que se viene hablando hace rato, Stroeder se va para arriba”, afirmó con la esperanza puesta en esa obra y confiando íntimamente en que todo va a salir adelante.
Carmen también se muestra esperanzada, aunque un poco más frustrada por la realidad que les toca vivir a todos los habitantes de la localidad y del partido, porque la situación de Stroeder es una cuestión que se extiende a la mayoría de los pueblos de Patagones.
La pareja inseparable trabaja muy bien en su mercado, ya que a través de los años supieron cosechar esos buenos clientes que siempre vuelven a comprar.
“Vender se vende; hay días en los que se trabaja bien y hay días que no, pero cuando llueve empieza el movimiento en el pueblo, porque acá todo gira en torno al campo”, contó Juan.
El y Carmen, pensando en el día de su jubilación y en lo que pueda pasar en el caso de tener que vivir sólo con el dinero del mercado, decidieron construir un departamento en el patio para alquilarlo y contar con otros ingresos. Como una paradoja, en un pueblo donde muchos quieren irse, otros apuestan por quedarse y confían en la llegada de personas que pretendan alquilar su departamento para vivir en la localidad.
Porque, aunque parezca mentira, en Stroeder hay gente que busca un sitio donde vivir.
Jóvenes de pueblo
Otra de las consecuencias de vivir en una localidad como Stroeder, es ser joven y no tener un lugar para divertirse. Los más grandes, quienes tienen la posibilidad, viajan a los puntos más cercanos -Pedro Luro, Villalonga o Viedma- en busca de boliches bailables. Quienes no pueden acceder a esa alternativa se conforman con charlar en la plaza y recorrer los bares del pueblo para matar el tiempo y el aburrimiento.
Diego, un adolescente de quince años, opinó que vivir en Stroeder “es un embole” porque no hay buenos lugares donde los jóvenes puedan salir a disfrutar de la noche. Contó que los fines de semana se juntan en la plaza con sus amigos a charlar y después van a una confitería, la cual se llena de chicos dejando al lugar sin espacio.
“Muchos esperan que el pueblo levante por el tan esperado proyecto de riego, pero no creo que se concrete. Stroeder se va a convertir en un desierto”, concluyó Diego.
Tradición o consumismo, esa es la cuestión - ¿Cuál es el significado sociocultural de la Fiesta del 7 de Marzo?
Desde sus inicios, la conmemoración de la Gesta del 7 de Marzo despertó un sinnúmero de intereses que, indefectiblemente, con el tiempo han mutado. Es común escuchar que de no haber sido por aquella Gesta, hoy “seríamos todos brasileños”.
Ahora, con este breve contexto histórico ignorado por los historiadores renombrados, bien vale preguntarse, ¿Qué importancia guarda aquella gesta, o su conmemoración en la sociedad de hoy?.
Por Rolando Arrizabalaga
Ya a principios del siglo XIX, los medios de la época hablan de tertulias conmemorativas de la Gesta del 7 de Marzo de 1827. Al parecer, la comunidad maragata celebraba aquel hecho histórico y patriótico con un Tedeum en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen y luego participaban de actividades populares como carreras de cuadreras, desfile de carrozas o espectáculos en el club Social.
Desde entonces a la fecha, lo que posteriormente dio en llamarse como Fiesta del 7 de Marzo y que hoy a alcanzado el reconocimiento provincial, ha pasado por diversas etapas: una fiesta de “puertas abiertas” en la plaza 7 de Marzo con espectáculos gratuitos y un especial énfasis en el tradicionalismo, el traslado a la plaza Villarino con una incipiente apertura al aspecto comercial, privatizaciones que dejaron más dudas que respuestas, la creación de una Asociación Organizadora de la Fiesta que desde 1996, con altibajos, se encargó de llevar adelante el evento y la presente edición, una suerte de híbrido organizativo entre el municipio y la Asociación Organizadora al compás de un fuerte trasfondo político.
Esta breve reseña es importante de tener en cuenta para ver los distintos procesos que ha sufrido la fiesta y como la misma ha mutado de aquel acto cuasi íntimo donde la llegada de un artista de renombre para la época era una rareza, a esta mega fiesta donde la gente espera ansiosamente la llegada de los artistas, pero también de los puestos gastronómicos y comerciales que poco a poco han hecho retroceder a los llamados “matreros”, por ejemplo, a fuerza de ofertas
Y a esta altura podríamos preguntarnos: ¿la gente rechaza estas propuestas y pide a gritos elementos tradicionales relacionados con el criollaje o la historia? En honor a la verdad pareciera que no, sino todo lo contrario.
Preguntémonos otra cosa entonces: para la sociedad de Patagones, la Gesta del 7 de Marzo, ¿es aquella Gesta o es esta Fiesta?.
¿Qué sabemos de esta fiesta que conmemora aquella Gesta?
La Fiesta del 7 de Marzo es un hecho sociocultural ineludible, seguramente el más importante de la región, que reúne miles de personas cada año y en realidad, de esas miles de personas, son pocas las que conocen siquiera el porque de la fiesta, y mucho menos aquella Gesta de 1827.
Nora Brunand es egresada de la carrera de Gestión Cultural, y en ediciones pasadas llevó adelante junto a una compañera una encuesta. “Después de la encuesta hicimos dos años de investigación histórica; dentro del curso había gente de las distintas comisiones organizadoras y desde lo técnico nunca se pudo abordar el tema. Ahí dijimos: ‘vamos a hacer un análisis’.
La encuesta se hizo sobre unas 700 personas e incluyó al intendente. Las preguntas eran muy sencillas: que se conmemoraba, si la batalla o la fundación de Carmen de Patagones y que personajes recordaban de esa gesta. Sobre la primera pregunta las respuestas fueron sorprendentes: mientras que para los mayores había una noción de la Gesta, para los jóvenes el hecho en sí, era la fiesta en la plaza y en la segunda pregunta, según la clase social o la edad, había un perfil y se mencionaba a Olivera, Bynon y el gaucho Molina.
Y tal vez la última pregunta de la encuesta de un pié para empezar a comprender esto: se preguntaba si estaba de acuerdo con que el 7 de marzo forme parte del currículo de las escuelas, porque vale resaltar que hoy los docentes tratan el tema a voluntad.
“Desde los 40 para arriba –explica Nora- tienen más conciencia de la Gesta; en los jóvenes no es así. El chico va a la plaza porque en la plaza hay algo. No se le inculco el sentido histórico; los valores que primaron en esa gesta de lealtad de transparencia de cooperación, de solidaridad de compromiso y de coraje, eso esta vigente hasta hoy y sobre esos valores son sobre los que tenemos que trabajar dentro de los jóvenes en nuestra comunidad para aquellos encuentren el sentido de esta gesta”.
¿Una fiesta vacía de contenido?
Los tradicionalistas, aquellos que vivieron las diferentes fiestas y participaron de las comisiones organizadoras, sostienen que a la fiesta se la ha vaciado de contenido.
Según este punto de vista, la creación del Club Hípico y Tradicionalista Fuerte del Carmen, a mediados de los 70’, y su injerencia en la organización de la Fiesta marcó un sentido. Luego, la fiesta fue creciendo y el quiebre vino con las tercerizaciones a mediados de los 90’. Con la creación de la Asociación Organizadora de la Fiesta del 7 de Marzo y con la mochila de lo económico encima ante la necesidad de facturar para hacer la fiesta, visto el escaso apoyo provincial y municipal, la fiesta tomó un nuevo rumbo, nuevas dimensiones y, claro, nuevo sentido.
Según los tradicionalistas, la fiesta se había transformado en algo donde todo tenía precio pero no había contenido.
Desde la Asociación por su parte, el punto de vista es otro. En la memoria de la última edición, la del año 2008, se menciona la crítica al carácter comercial de la Fiesta, y se explica: “Nosotros no tenemos culpa de que comerciantes, artesanos y matreros de todo el país quieran venir a invertir en este gran evento. Son ellos y los vecinos de la Comarca lo que hacen el hecho social más importante de la Patagonia. ¿Y porque es el mas importante?: no es subsidiado, es genuino, porque fiesta con plata se hace en cualquier lado del país, aquí se hace con el esfuerzo de nuestros vecinos, producto de la AUTOGESTION de una comarca que años tras año acompaña en la propuesta”.
Dos puntos de vista, dos formas de ver el evento, que hacen a la misma discusión: ¿Cuál es la fiesta que queremos?
Pan y circo, o tradición… o ambas cosas
Para algunos vecinos, que conocen la conocen desde el principio y desde sus entrañas, la Fiesta reemplaza al carnaval, tomándola como una continuidad del periodo de celebración del ser humano donde la gente va a juntarse con otra gente, y allí empieza a tomar ese sentido. A grandes luces, se puede decir que no importa que fiesta se haga; la gente acudirá igual, pero esta edición es coyuntural para sumar algunos datos importantes: esta edición, de carácter gratuito y abierto con hincapié en lo histórico y con espectáculos musicales de tercera línea en comparación a los presentados por el escenario Emma Nozzi durante una década, en contraposición a una fiesta donde se cobra entrada y se proponen espectáculos de primer nivel, será la medida para conocer un poco más cual es la fiesta que quiere la gente o, yendo más lejos aún, que le interesa de cada cosa: si el llamado “pan y circo” o una vuelta a la tradición, o un resumen de ambas cosas.
¿Qué pasó aquel 7 de Marzo de 1827?
A pesar de que la fecha insigne es el 7 de Marzo, en realidad este día es cuando se conmemora el final de aquella gesta heroica que comenzó en la madrugada del 28 de febrero de 1827. Ese día comenzó a escribirse una página de nuestra soberanía pocas veces reconocida por los historiadores nacionales.
Entre 1825 y 1827 la República Argentina sostuvo una guerra con el entonces Imperio de Brasil donde nuestro país debía enfrentar a un imperio marítimo sin naves de guerra. La decisión entonces fue artillar barcos mercantes y otorgar patentes de corsos para hacer frente al imperio brasileño. El bloqueo del puerto de Buenos Aires por la escuadra brasileña trasladó el centro de operaciones a la Ensenada de Barragán y finalmente a Patagones, que para 1827 constituirá el único puerto seguro de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Hasta este rincón del mundo llegó una flota comandada por el capitán James Shepherd aquel 28 de febrero de 1827. Fue a partir de entonces donde una verdadera patriada llevada adelante por una milicia popular que incluyó a militares, gauchas, negros libertos y hasta las mujeres del fuerte del Carmen rechazó a los invasores. De aquella Gesta heroica quedaron como símbolos dos banderas tomadas a los invasores que hoy pueden ser vistas en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen. Por eso cada 7 de Marzo el pueblo de Patagones conmemora aquella gloriosa fecha tan cara a la independencia de la Patagonia.
El carácter histórico de la Gesta del 7 de Marzo está marcado en el inconciente de los maragatos. Está presente, más allá de cualquier cosa por referencias indirectas o interés concreto. Pero hay algo que, a lo largo de los años se ha mantenido como un presupuesto en el inconsciente colectivo: si la defensa del fuerte hubiese fracasado, este territorio sería brasileño.
Jorge bustos, licenciado en Historia y director del museo histórico regional Emma Nozzi, explica este tema en forma clara y concisa:
- Hay una frase común: “Si no hubiese existido la gesta seríamos todos brasileros”. ¿Es tan así?
-
No, no, no…hay documentación importante que a uno le permite valorar la Gesta adecuadamente. En principio, en el contexto general de la guerra con el Brasil, fue muy importante esto porque produjo consecuencias muy duras en el frente interno brasileño. Fue muy serio el tema de Patagones, sino uno no se explicaría porque meses mas tarde se programo la segunda invasión. El rol de Patagones como puerto de corsarios en la guerra con el Brasil fue decisivo; pero además fue muy importante desde el punto de vista militar que las provincias unidas tuvieran la seguridad que no se les iba a armar un frente desde el sur con las tribus pampeano patagónicas. El temor era que los brasileños desembarcaran en “la bahía Blanca” o en Patagones para desde aquí sublevar a las tribus. Y es esto lo que sucede con la presencia de Molina, que lo manda Rauch. No hay otra cosa que explique el envío de estas personas. No se trataba de un refuerzo militar, tenían otra misión que era el día después: asegurarse de contrarestar en las tolderías la diplomacia brasileña. Claro está que las instrucciones, y esto choca con las instrucciones concretas que tenía James Sheperd, parece ser, de acuerdo a las instrucciones que le da el almirante Pinto Guedes, que pasan por la destrucción total de Patagones. Y no aparecen en estas instrucciones que se establecieran aca, y que hicieran esas tareas. Entre las instrucciones que traía Sheperd no incluia el quedarse acá. Era arrasar absolutamente todo y retirarse. Si había otra instrucción mas es algo desconocido.
Cambios reales - La clase media desmoronada y olvidada
Por Maria Eugenia Mauna
Durante los últimos diez años, la economía argentina sufrio un importantísimo deterioro, hasta el punto de re delimitar lo que en algún momento fueron las clases sociales: alta-media-baja.
Hoy existen más de una subdivisión en cada una de estas clases, pero mas allá de los grandes estudios que desbordan las librerías acerca de “los nuevos pobres” es simplemente indignante llevarlo a la realidad, y darnos cuenta que las mismas personas que hace diez años en la república argentina tenían acceso a una vida “normal”, hoy no llegan a obtener los requisitos mínimos para la obtención de la canasta básica que superan los 1000 pesos mensuales y menos en planificar construir el sueño de toda familia: el hogar, la vivienda propia.
La magnitud de la indigencia y la pobreza es el nuevo dato de la realidad social argentina. Una gran parte de los más de 20 millones de pobres provienen de la extendida clase media que en los últimos años se fue quedando sin empleo, o simplemente pasó a desempeñarse en las ya famosas "changas".
Lentamente, estas familias fueron consumiendo todo o gran parte de su capital o patrimonio anterior pero siguen perteneciendo a la clase media, más por su pasado que por su presente incierto.
Al compás de las sucesivas crisis económicas, fueron surgiendo nuevos conflictos que tuvieron como tristes protagonistas a los antiguos integrantes de la clase media quienes, ante la imposibilidad de tener su espacio propio, optaron por usurpar terrenos.
Son los nuevos pobres los que hoy usurpan tierras para poder cumplir con su sueño de la casa propia sin tener que dejar de vivir para adquirirla.
En Viedma hechos como estos se dieron a lo largo de los años pero actualmente se ha acentuado como forma de protesta por falta de alquileres o abusos por parte de los dueños de los inmuebles en cuanto al incremento ilimitado del costo mensual de la vivienda.
La última toma de terrenos en la capital rionegrina se encuentra en el barrio Santa Clara.
Al acercarnos y hablar con Javier Zapata, delegado elegido por los propios compañeros de toma, nos comentó que algunos se organizaron en grupos y otros, por la casualidad y la necesidad de obtener un terreno, se fueron acercando en busca de una solución.
Zapata contó que la toma comenzó el 18 de febrero y agregó que “fue una manera de reclamar por la falta de alquileres y lo mucho que se aprovechan los dueños de las casas, dado que no existe un ente que regule los precios de los alquileres”.
En un comienzo fueron aproximadamente 400 las familias que se acercaron a ocupar estas tierras, que en su gran mayoría son fiscales y otras privadas.
Sin embargo, actualmente existen unas 200 familias en condiciones de usurpación.
“Por distintos motivos se fueron alejando algunas de las familias; mucho apriete por parte de los jefes de trabajo” comentó y agregó “hasta gente del BORA (brigada antimotines de la policía rionegrina) había tomando tierras con nosotros pero tanto por cuestiones políticas como de trabajo se tuvieron que ir”.
Por otra parte Javier Zapata junto a Ana, otra de las que comparte las misma situación que el resto de las familias, explicaron que “la mayoría de los que estamos hoy usurpando somos gente trabajadora que cumplimos con la sociedad, pero no tenemos la posibilidad de adquirir un terreno para la construcción de nuestra vivienda, dada las malas condiciones de trabajo, los sueldos bajísimos y los alquileres inalcanzables”.
Por su parte Javier nos contó acerca de su situación personal: es empleado de educación y el resto del día completa las horas haciendo diversas “changas”. Actualmente paga un alquiler de 900 pesos, y en marzo se le incrementaría hasta los 1.200. En este sentido explicó que “mi situación es similar a la de muchas familias, y se torna insostenible, porque yo tengo dos hijos, una nena de 7 años y un nene de 12, ambos en edad escolar, y la situación se hace cada vez mas difícil, por que además de pagar las cuentas uno tiene que comer y vestirse, sobre todo a mis hijos”.
La situación de Javier Zapata es similar a la gran mayoría de las familias que hoy se encuentran ocupando tierras ajenas, tanto en el barrio Santa Clara como en barrio 30 de Marzo el cual se fundó en el 2008 cuando más de 200 familias que no podían pagar los excesivos alquileres comenzaron a movilizarse hacia ese sector del barrio Mi Bandera para ocupar terrenos fiscales y de esa manera luchar para que desde la Municipalidad le otorguen la tenencia de las tierras y comenzar de a poco a construir su tan deseada casa.
Tenencia y consumo de marihuana - Fallo: ¿Despenalización o castigo?
Por Marcos Saldaña y Alejandro Azaroff
En poco tiempo, la Corte Suprema de Justicia dictaminará sus fallos a favor o en contra de la propuesta del gobierno nacional. Si se aprueba, la cuestión pasaría al Congreso de la Nación. Cómo se plantea el tema en la región y que opina la comunidad.
Generadora de negocios millonarios e ilegales, usos terapéuticos y consumos por placer, la marihuana ha ocupado y ocupa el punto central de la discusión entre distintos sectores de nuestra sociedad. Esta discusión involucra al gobierno nacional y los provinciales, a las instituciones religiosas, protestantes, progresistas y conservadoras como así también a organizaciones no gubernamentales.
Vayamos entonces al porqué de la polémica que genera tanto debate en la sociedad. Como mencionamos al comienzo, hay instituciones y personas que apoyan la acción de terminar con la penalización por tenencia y consumo personal de marihuana. Estas promueven el consumo por diferentes argumentos pero no solventan el negocio y la venta de la sustancia. La argumentación de esta postura, es que se terminaría con el negocio del narcotráfico en nuestro país, o por lo menos una buena parte de el.
Por otra parte, los sectores que plantean la no despenalización de la marihuana, afirman que se generaría un consumo masivo y abierto en jóvenes, niños y adultos, provocando un proceso negativo de la sociedad a través de una inactividad en aquellas personas que la consumen.
El efecto que causa la posible despenalización al consumo personal de marihuana es tan fuerte que ha pegado en varios sectores de la sociedad argentina.
El tema será tratado en pocos días por la Corte Suprema de Justicia de nuestro país, donde ya parece haber coincidencias marcadas entre los magistrados para darle la aprobación al proyecto presentado por el gobierno Nacional.
En ese sentido, si se aprobara durante el fallo, la tenencia de drogas para consumo personal no deberá ser sancionada penalmente, lo que conllevará que tener drogas en pequeñas cantidades no constituya un delito, quedando aquellos consumidores desligados de la persecución penal. Aunque la decisión final para saber si se aprobará o no esta cuestión aún no es acertada.
Según la medida impulsada se reemplazaría la sanción a aquellas personas que consuman marihuana individualmente por la asistencia médica.
Por ello, nos abocamos a esta discusión, para tener un acercamiento sobre cómo repercute en la comarca este hecho social que trasciende las fronteras del país y se internacionaliza al mundo.
Si bien el hecho de que las personas consuman esta droga no está penalizado, si lo está la tenencia, lo que genera una contrariedad en la penalización actual. ¿Se puede consumir, pero no tener la droga?
¿Prohibir genera más consumo?
El hecho de prohibir la tenencia de marihuana provoca e induce a que quienes consumen la sustancia corrompan las leyes, generalizando el núcleo de consumidores de manera tal que el gran negocio de la venta ilegal vaya aumentando a pasos agigantados.
Analizándolo desde otra perspectiva, si se despenalizara la tenencia en cantidades mínimas para el consumo personal, ¿habrá menos detenidos por portar esa sustancia?
Consumo regional
A pesar de que no se muestre abiertamente, en las ciudades de Carmen de Patagones y Viedma se registra un alto consumo de marihuana, más allá de que la tenencia sea ilegal.
Seguramente usted estará pensando que esta situación no se da en la magnitud en que lo decimos, pero según datos revelados en diversos estudios se demostró que el consumo de marihuana se da casi de igual manera que el de los cigarrillos comunes, sólo que muchas personas no lo demuestran y ocultan ser consumidores de esa sustancia, tal vez por el miedo a ser juzgados por la sociedad o tener que rendir cuentas ante la justicia.
Durante los últimos cuatro años en la ciudad de Viedma fueron varias las personas detenidas en procedimientos policiales por poseer sustancias, al igual que en Carmen de Patagones.
Muchos viajantes, turistas y residentes tienen antecedentes por portar marihuana, en pequeñas cantidades.
Por otra parte, datos periodísticos demuestran que se han realizado diversos allanamientos en posibles centros de venta, mediante lo cual se puso en evidencia parte del circuito de la droga en la ciudad y por sobre todo el gran consumo que se genera.
En estos allanamientos se ha podido constatar el secuestro de plantas de marihuana, como así también en grandes y pequeñas cantidades listas para el consumo.
Testimonio de un consumidor
Juan, de 27 años, contó que comenzó a consumir marihuana a los 18. Sin prejuicio alguno nos detalló varias preguntas ligadas al consumo de la sustancia.
H- ¿Qué sensación tuviste cuando probaste marihuana por primera vez?
J- La primera vez que experimente me dolía la cabeza, se me bajó un poco la presión, pero la segunda vez me enamoré. Me di cuenta que era para mi, que me sentía identificado y que su uso no iba a dejar de permitirme hacer las cosas que yo tenía que hacer. Si bien se produce un cierto grado de inacción fumando continuamente, haciendo uso y no abuso no genera grandes inconvenientes ni secuelas, ni es la puerta de entrada a otras drogas duras como cocaína, pasta base o LSD.
H- ¿Te consideraste alguna vez un consumidor en exceso?
J- Tuve una etapa de dos años que fumé mucho y repercutió en mí, porque el grado de inacción de una u otra manera me afectaba. Llegué a fumar dos o tres cigarrillos de marihuana por día interrumpidamente.
H- ¿Cómo transcurrió ese tiempo en tu vida?
J- No era la misma persona, porque la marihuana tiene un efecto estimulante, de relajación, te deja los ojos rojos y el exceso te provoca sueño, te pone idiota, por eso mucha gente denomina como una falsa euforia el efecto que le produce el fumar.
En definitiva es una planta de la naturaleza para que el hombre haga uso y no abuso de la sustancia.
H- ¿Tu familia sabe que consumís?
J- Saben que soy consumidor activo hace 7 años; cuando lo descubrieron sintieron un dolor muy grande y hoy me dan a entender que si quiero fumar que me cuide, que lo haga dentro de los parámetros normales y no exceda ningún límite, ya que tampoco pueden exigirme porque soy mayor de edad.
H- ¿Crees que en Viedma y Patagones, hay mucha gente que consume?
J- Hay gente mayor de edad que consume marihuana y conozco varias personas que tienen una planta en su casa. Pero calculo que el promedio de las personas que empiezan a fumar va de los 14 a los 16 años.
H- ¿Consideras qué es una droga social?
J- Si, totalmente, lo es hace mucho tiempo. Lo que sucede es que la sociedad y los medios no lo sacan a la luz; pero sí, es una droga social en el mismo orden que el alcohol y el tabaco.
H- ¿Qué opinas de la despenalización?
J- Me parece bien que la persona que tenga marihuana en su poder para uso personal pueda utilizarla en su entorno privado. La Ley de Despenalización para consumo personal es un golpe de efecto al narcotraficante.
Un recorrido por los fallos
Casi la mitad de las causas por drogas registradas en nuestro país, el 47 % son iniciadas contra aquellas personas que portan en pequeñas cantidades. El dato fue registrado tras distintos controles que se han efectuado en recitales o en recorridas nocturnas, según datos oficiales de la Corte Suprema de Justicia.
En 1978, durante la dictadura, se estableció que era constitucional sancionar la tenencia de drogas para uso personal.
En 1986, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, la Suprema Corte examinó nuevamente la cuestión y firmó un fallo donde opinó lo contrario, y emitió la inconstitucionalidad de penalizar la tenencia de estupefacientes en pequeñas cantidades.
En 1990, durante el gobierno de Carlos Menem, una Corte con otra composición volvió a penalizar la tenencia.
Ahora en el 2009, la Corte vuelve a replantear los argumentos del fallo del `86 y despenalizar la tenencia para consumo personal por ser considerado "actos privados de los hombres, que no ofenden la moral pública o afectan a terceros" y por lo tanto, como establece el artículo 19 de la Constitución, quedarán al margen de la acción penal.
Otro fallo a favor de la tenencia
Hace no más de dos semanas, la Cámara Federal sobreseyó a una pareja que poseía cuatro macetas con la planta de marihuana en su domicilio cultivado para consumo personal. Los jueces que trataron el caso declararon la inconstitucionalidad de la norma que reprimía esa acción con penas que alcanzan los 15 años de prisión.
En ese sentido, el inciso "a" del artículo quinto de la ley 23.737, conocida como "ley de drogas" que castiga a quien "siembre o cultive plantas o guarde semillas utilizables para producir estupefacientes, o materias primas, o elementos destinados a su producción", fue declarada como inconstitucional al sostener que no es punible la tenencia para consumo personal.
En la sentencia se argumentó que "la tenencia no afectó ni puso en peligro, siquiera en modo potencial, la salud pública", con la constancia de que el sumario "no afecta el buen nombre y honor" de los jóvenes.
“SOBRE LA PROHIBICIÓN”
Despenalizar el consumo de marihuana, o dicho de otra manera, liberarlo, es un signo más de la confusión de nuestra época para ofrecer un camino hacia el bienestar socio-económico de los más jóvenes.
La “Droga”es un mismo y solo objeto que asume manifestaciones diversas: marihuana, cocaína, pegamento, cerveza, LSD, etc.
Liberar el consumo en nombre de las libertades individuales, la supuesta baja nocividad de la marihuana o la sobrecarga de trabajo del sistema judicial por causas de tenencia, son argumentos que promueven un debate que no reporta beneficio alguno para los jóvenes involucrados.
El que se droga está “solo” en relación a su objeto. Altera su percepción para anestesiar su dolor, anula su deseo. Se aísla, habla para no decir nada. No modifica su realidad material.
La droga es autoerótica, es egoísta: reclama exclusividad.
Desde los años 60 a través de la “cultura rock”, se ha hecho creer que consumir drogas es un acto de rebelde libertad individual. Si todos están “faseados” mejor, porque no protestan ni se organizan.
La Droga como objeto, subsume a los sujetos en realidades individuales placenteras, pero inofensivas para el Poder.
Las prohibiciones son necesarias porque regulan la vida social, alivian el malestar en la cultura. No se puede hacer cualquier cosa.
El Estado no puede seguir retirándose de la vida pública.
(*) Lic. Pablo García Muñoz. Psicólogo. M.N: 32.608
La gran inundación de 1899 - Cuando la comarca quedó bajo el agua
Por Lorena Suárez
La crecida del río comenzó en marzo de 1899, pero llegó a la comarca en julio, ocasionando pérdidas totales en Viedma y otras muy importantes en Patagones. En tan sólo seis días la ciudad de Viedma quedó totalmente arrasada, con excepción del colegio de los salesianos. Aún hoy se recuerda ese momento como uno de los más importantes en la hermandad y solidaridad entre la Comarca.
Durante el mes de julio de 1899 una gran crecida y lluvias que históricamente no se volverian a repetir, provocaron que la ciudad de Viedma quedase completamente bajo el agua, con la excepción del Colegio Salesiano; Carmen de Patagones por su parte vió afectadas muchas de sus calles, una de las cuales, la Estados Unidos, desapareció por completo.
El episodio fatídico comenzó en mayo de ese mismo año, con las lluvias torrenciales que comenzaron a provocar inundaciones en las provincias de Santa Cruz, Chubut, Neuquén, Buenos Aires y en el Valle de Río Negro. Esto generó que numerosas familias de las poblaciones ribereñas quedasen sin hogar y sin medios de vida.
Ya para julio, la población de Viedma se encontraba construyendo defensas desesperadamente, aunque de poco sirvieron los intentos.
Los archivos históricos de estos acontecimientos registraron esto como una tragedia con grandes pérdidas, pero también con un agregado: el de haber unido las dos ciudades de la Comarca, quienes trabajaron juntos para superarlo y volver a empezar.
En ese momento, Carmen de Patagones contaba con unos 3 mil habitantes y Viedma sólo con la mitad. Ambas ciudades se encontraban en un momento de importante expansión económica, ya que constituían uno de los puntos de comunicación mercantil entre la capital y el resto de la Patagonia.
Mientras que en Viedma se asentaba la parte gubernamental y protocolar, Carmen de Patagones se constituía como uno de los puertos más importantes de la región.
A pesar de los intentos de gobernador del territorio rionegrino, José Tello, por construir defensas para proteger la población, para julio la comunidad viedmense ya estaba rodeada por el agua.
Los registros históricos dan cuenta que el 18 de julio el agua ya amenazaba con romper los terraplenes de defensa y aunque los vecinos se resistían a dejar sus viviendas, muchos comenzaron a emigrar a Carmen de Patagones para conseguir un lugar más seguro para sus familias.
La situación se fue agravando con el paso de las horas ya que, si bien la población no debía soportar inclemencias del clima, el flujo de agua crecía de forma estrepitosa.
Por esto la Municipalidad de Patagones, que en ese momento se encontraba gobernada por Angel Gayone, realizó una asamblea extraordinaria se decidió ofrecer todos los recursos disponibles al gobierno rionegrino.
Viedma bajo el agua
El 21 de julio a las ocho de la mañana, y a pesar de todos los esfuerzos por proteger a Viedma del agua, los terraplenes que mandara a construir el Gobernador se rompieron y las aguas avanzaron sobre la ciudad. En menos de una hora las dos terceras partes de la superficie de Viedma estaba bajo el agua.
Inmediatamente el vapor Limay junto a chatas y chalanas comenzaron a recorrer las calles del pueblo recogiendo a las familias en una odisea peligrosa, ya que la corriente arrastraba los techos de las casas, tirantes de madera, enormes troncos de árboles, vigas, muebles, alambrados completos, animales muertos y otros objetos que bajaban de los establecimientos rurales y poblaciones destruidos río arriba.
Para entonces, el paisaje que los maragatos observaban desde las calles más altas era desolador. Sólo veían una masa inmensa de agua que se extendía incluso hasta el muelle de cargas, que para entonces ya estaba cubierto por dos pies de agua y los carros directamente no podían circular por la calle Roca.
La solidaridad entre ambas ciudades se extendió durante toda la inundación, ya que la intendencia de Patagones no sólo alojó a los vecinos, sino que además el Centro Social maragato fue reservado para el funcionamiento de las oficinas de la gobernación rionegrina.
Transcurridos dos días de la inundación, los trabajos de socorro continuaron de manera constante de modo que a las chatas de la escuadrilla se sumaron las del señor Mihanovich, empresario de vapores de la línea Bahía Blanca y Buenos Aires, que eran remolcadas por el vapor Limay, descargando al costado de la barraca de Manzini, en la calle Roca.
Pasan los días y crece la destrucción
Según los registros históricos, los padres Salesianos cuentan que “el día 25 amanecimos aislados y rodeados por todas partes de las aguas que cubren completamente la plaza Winter, frente a nuestros edificios, que ya llega a los tres metros, por lo que las autoridades, sirviéndose de Fuerzas Armadas, obligaron a las personas que aún quedaban a abandonar el pueblo”.
Para ese momento los refugiados ya superaban los 2.000 y pese al enorme esfuerzo realizado, los recursos parecían no alcanzar.
Fue durante la noche del 25 de julio en la sala del Honorable Concejo Deliberante cuando las autoridades se reúnieron con un importante número de vecinos constituyendose así la Comisión Popular de Auxilios, y esa misma noche comienza la destrucción de viviendas en Patagones.
La primera casa en caer en la calle Roca fue la vivienda en la que nació el comandante Luis Piedra Buena, pero esa fue solo la primera de una seguidilla de derrumbes en esa misma calle maragata producto de las construcciones, que si bien estaban realizadas con ladrillos cocidos, éstos estaban pegados con barro y no soportaban la presión del agua. A raíz de esto, en el futuro se decretó que todas las viviendas se debían construir con arena y cal.
Cuentan los Padres Salesianos que “en la noche del 27 de julio las aguas llegaron a su altura máxima tras un furioso temporal y que éste duro tres días hasta comenzar a descender. Lo que quedó de Viedma al retirarse el agua es indescriptible. Por todos lados viviendas destruidas, muebles y demás objetos flotaban por las aguas”.
La casa
A veces, Barreiro miraba de reojo la casa.
Le causaba una extraña sensación aquella casona antigua de estilo francés, con grandes ventanales siempre cerrados, paredes descascaradas y veredas rotas.
Estaba ahí desde mucho antes que Barreiro llegara al barrio, y decían que había sido un convento en el que se recluían las monjas descarriadas. También se decía que tenía túneles que se comunicaban con lugares estratégicos de la ciudad. En fin, esas cosas.
Le habían comentado a Barreiro que el caserón había sido ocupado por los milicos, que en esa época entraba y salía gente y que siempre se escuchaba música fuerte. Y que siempre, pero siempre había tenido los inmensos ventanales cerrados.
Por todo esto que había escuchado, Barreiro miraba de reojo. No era miedo, era otra cosa.
Aquella mañana caminó sin apuro hasta la parada. Iba silbando bajito un tango del que no recordaba el nombre. Hacia frío, y mientras caminaba parecía hundirse en la camperita raída. Se acomodó sobre el cordón como le gustaba, prendió un "jockey" y, como hacía cada mañana, miró de reojo los inmensos ventanales.
Al principio pensó que lo había imaginado, que en realidad era un deseo oculto, o algo así. Pero no. Allá arriba, cruzando la calle, la ventana que daba a la calle Britos estaba abierta y al filo de la ventana, bajo una luz tenue casi imperceptible se podía ver un rostro.
- No puede ser -pensó- hace años que la casa está abandonada.
Barreiro miró fijamente a la ventana tratando de acercar la mirada, de estar a centímetros de la ventana, de devorar cada detalle de aquello que no terminaba de aceptar y sin embargo estaba ahí, parado en el cordón de la vereda, mirando aquella ventana.
Lo que veía, lo que le parecía ver, le resultaba conocido, como una imagen que ya tenía incorporada. Ese rostro, esa expresión...
Bajó los ojos por un segundo, aturdido o confundido. Cuando miró otra vez, el ventanal estaba cerrado, los postigones de hierro tapaban todas las ventanas y no había más luz que la de una farola que iba confundiéndose con el amanecer.
Pestañeó un par de veces, tiro el cigarrillo apagado y pensó que tal vez era un sueño, un incomodo sueño donde se conjugaban diversas cosas de su cotidianeidad.
Aquella esquina, la espera del colectivo que ya pasaría, el cigarrillo y el inmenso caserón con sus ventanales cerrados desde que tenía memoria.
Estaba convencido que despertaría y que todo sería como siempre. Los ojos que se abren de a poco, las manchas en el cielorraso, las pantuflas, la cocina, el mate, afeitarse despacio, la radio. Pero no. Estaba en esa esquina, mirando esa ventana que ahora estaba
cerrada pero que hacía unos minutos estaba, no solo abierta, sino con luz, y además ese rostro tan familiar.
Las luces del colectivo lo sorprendieron, hizo un esfuerzo por mirar otra vez hacia el caserón pero no pudo y subió.
Todo ese día estuvo pensando en lo que había pasado aún sin poder convencerse de que realmente hubiese pasado. A la vuelta bajó unas cuadras antes, un poco para caminar, otro poco para no pasar por la calle Britos.
Esa noche Barreiro no pudo dormir. Se le venían imágenes constantemente: el caserón, el ventanal, la luz tenue y ese rostro.
Por la mañana se levantó mas temprano que de costumbre, hizo lo de cada mañana demorando cada cosa un poco más, hasta que se hizo la hora.
Caminó despacito hasta la parada mirando el cemento, se paró como cada mañana en el cordón de la vereda y al mirar de reojo, mientras encendía el cigarrillo, la vio.
Ahora nítidamente, se veía el borde de la casa recortada contra el cielo. Los postigones de acero abiertos de par en par, y detrás de los vidrios sucios bajo una luz tenue, el rostro nítido de una mujer.
Miró fijamente y bajó la mirada unos segundos. Cuando miró nuevamente el rostro estaba ahí, lo podía distinguir perfectamente. La nariz aguileña, el rostro redondo con largos cabellos blancos y la mirada profunda.
Bajó la mirada, la subió y miró en derredor para corroborar que todo estuviese en su lugar: la parada, la plaza al costado y mas allá, el baldío.
Esa mañana, Barreiro no tomó el colectivo
Con pasos tímidos cruzó la calle hasta pararse en el gran portón de madera labrada. Estaba a punto de golpear el pesado aldabón de bronce cuando la inmensa puerta se abrió. Barreiro dio un paso atrás y estuvo a punto de echar a correr cuando escuchó una voz suave: - Adelante por favor, la señora Montagnu desea verlo.
Dio un paso y luego otro hasta entrar a la casona. Detrás de el un hombre de unos 60 años, de buen porte y cabellos blancos sostenía un candelabro de tres patas.
- Por aquí, por favor.
Atravesaron un largo pasillo hasta desembarcar en una galería más amplia. El hombre abrió una pesada puerta y lo invitó a pasar.
Al entrar a la amplia habitación repleta de cuadros Barreiro se sobresaltó por unos segundos. En una esquina, de espaldas al amplio ventanal la mujer de largos cabellos blancos lo miraba, y con un gesto lo invitó a sentarse.
- Hacía tiempo que lo esperaba - dijo con una voz casi inaudible.
- ¿A mí? - contestó Barreiro, en un susurro.
- Sí, era necesario que viniera, yo estoy tan cansada...tomaremos algo y luego me iré.
Barreiro quedó en silencio. No sabía ni porque estaba ahí, a esa hora. Era todo tan extraño.
Y ese rostro, esa expresión. Tan reconocible, tan familiar. Como si fuese suya; algo propio, incorporado.
Encendió un "jockey", recorrió la habitación con la mirada y al acercarse a mirar a través del amplio ventanal desde donde se veía la calle Britos, supo que ya era tarde.
Al principio la desaparición de Barreiro fue motivo de innumerables conjeturas y chismes. Lo buscaron por todos lados, dieron aviso a la policía (como se hace en estos casos), publicaron fotos en los periódicos hasta que concluyeron en que se había tirado al río y con el correr de los meses todos se convencieron de esto.
Una mañana Ramírez, mientras paseaba el perro, se sorprendió mirando los amplios ventanales de la casona abandonada. En uno de ellos se podía ver los postigones abiertos de par en par, los vidrios sucios, una luz tenue y un rostro.
Se asombró de que hubiese alguien en la casona abandonada desde hacía años.
Cruzó la calle y antes de que pudiese llamar a la puerta ésta se abrió y escuchó una voz suave: - Adelante por favor, el señor Barreiro desea verlo.
Rolando Marcelo Arrizabalaga
Este texto obtuvo la primera mención de honor en la XIX Bienal Internacional de Escritores de Villalonga, en febrero de este año.
Le causaba una extraña sensación aquella casona antigua de estilo francés, con grandes ventanales siempre cerrados, paredes descascaradas y veredas rotas.
Estaba ahí desde mucho antes que Barreiro llegara al barrio, y decían que había sido un convento en el que se recluían las monjas descarriadas. También se decía que tenía túneles que se comunicaban con lugares estratégicos de la ciudad. En fin, esas cosas.
Le habían comentado a Barreiro que el caserón había sido ocupado por los milicos, que en esa época entraba y salía gente y que siempre se escuchaba música fuerte. Y que siempre, pero siempre había tenido los inmensos ventanales cerrados.
Por todo esto que había escuchado, Barreiro miraba de reojo. No era miedo, era otra cosa.
Aquella mañana caminó sin apuro hasta la parada. Iba silbando bajito un tango del que no recordaba el nombre. Hacia frío, y mientras caminaba parecía hundirse en la camperita raída. Se acomodó sobre el cordón como le gustaba, prendió un "jockey" y, como hacía cada mañana, miró de reojo los inmensos ventanales.
Al principio pensó que lo había imaginado, que en realidad era un deseo oculto, o algo así. Pero no. Allá arriba, cruzando la calle, la ventana que daba a la calle Britos estaba abierta y al filo de la ventana, bajo una luz tenue casi imperceptible se podía ver un rostro.
- No puede ser -pensó- hace años que la casa está abandonada.
Barreiro miró fijamente a la ventana tratando de acercar la mirada, de estar a centímetros de la ventana, de devorar cada detalle de aquello que no terminaba de aceptar y sin embargo estaba ahí, parado en el cordón de la vereda, mirando aquella ventana.
Lo que veía, lo que le parecía ver, le resultaba conocido, como una imagen que ya tenía incorporada. Ese rostro, esa expresión...
Bajó los ojos por un segundo, aturdido o confundido. Cuando miró otra vez, el ventanal estaba cerrado, los postigones de hierro tapaban todas las ventanas y no había más luz que la de una farola que iba confundiéndose con el amanecer.
Pestañeó un par de veces, tiro el cigarrillo apagado y pensó que tal vez era un sueño, un incomodo sueño donde se conjugaban diversas cosas de su cotidianeidad.
Aquella esquina, la espera del colectivo que ya pasaría, el cigarrillo y el inmenso caserón con sus ventanales cerrados desde que tenía memoria.
Estaba convencido que despertaría y que todo sería como siempre. Los ojos que se abren de a poco, las manchas en el cielorraso, las pantuflas, la cocina, el mate, afeitarse despacio, la radio. Pero no. Estaba en esa esquina, mirando esa ventana que ahora estaba
cerrada pero que hacía unos minutos estaba, no solo abierta, sino con luz, y además ese rostro tan familiar.
Las luces del colectivo lo sorprendieron, hizo un esfuerzo por mirar otra vez hacia el caserón pero no pudo y subió.
Todo ese día estuvo pensando en lo que había pasado aún sin poder convencerse de que realmente hubiese pasado. A la vuelta bajó unas cuadras antes, un poco para caminar, otro poco para no pasar por la calle Britos.
Esa noche Barreiro no pudo dormir. Se le venían imágenes constantemente: el caserón, el ventanal, la luz tenue y ese rostro.
Por la mañana se levantó mas temprano que de costumbre, hizo lo de cada mañana demorando cada cosa un poco más, hasta que se hizo la hora.
Caminó despacito hasta la parada mirando el cemento, se paró como cada mañana en el cordón de la vereda y al mirar de reojo, mientras encendía el cigarrillo, la vio.
Ahora nítidamente, se veía el borde de la casa recortada contra el cielo. Los postigones de acero abiertos de par en par, y detrás de los vidrios sucios bajo una luz tenue, el rostro nítido de una mujer.
Miró fijamente y bajó la mirada unos segundos. Cuando miró nuevamente el rostro estaba ahí, lo podía distinguir perfectamente. La nariz aguileña, el rostro redondo con largos cabellos blancos y la mirada profunda.
Bajó la mirada, la subió y miró en derredor para corroborar que todo estuviese en su lugar: la parada, la plaza al costado y mas allá, el baldío.
Esa mañana, Barreiro no tomó el colectivo
Con pasos tímidos cruzó la calle hasta pararse en el gran portón de madera labrada. Estaba a punto de golpear el pesado aldabón de bronce cuando la inmensa puerta se abrió. Barreiro dio un paso atrás y estuvo a punto de echar a correr cuando escuchó una voz suave: - Adelante por favor, la señora Montagnu desea verlo.
Dio un paso y luego otro hasta entrar a la casona. Detrás de el un hombre de unos 60 años, de buen porte y cabellos blancos sostenía un candelabro de tres patas.
- Por aquí, por favor.
Atravesaron un largo pasillo hasta desembarcar en una galería más amplia. El hombre abrió una pesada puerta y lo invitó a pasar.
Al entrar a la amplia habitación repleta de cuadros Barreiro se sobresaltó por unos segundos. En una esquina, de espaldas al amplio ventanal la mujer de largos cabellos blancos lo miraba, y con un gesto lo invitó a sentarse.
- Hacía tiempo que lo esperaba - dijo con una voz casi inaudible.
- ¿A mí? - contestó Barreiro, en un susurro.
- Sí, era necesario que viniera, yo estoy tan cansada...tomaremos algo y luego me iré.
Barreiro quedó en silencio. No sabía ni porque estaba ahí, a esa hora. Era todo tan extraño.
Y ese rostro, esa expresión. Tan reconocible, tan familiar. Como si fuese suya; algo propio, incorporado.
Encendió un "jockey", recorrió la habitación con la mirada y al acercarse a mirar a través del amplio ventanal desde donde se veía la calle Britos, supo que ya era tarde.
Al principio la desaparición de Barreiro fue motivo de innumerables conjeturas y chismes. Lo buscaron por todos lados, dieron aviso a la policía (como se hace en estos casos), publicaron fotos en los periódicos hasta que concluyeron en que se había tirado al río y con el correr de los meses todos se convencieron de esto.
Una mañana Ramírez, mientras paseaba el perro, se sorprendió mirando los amplios ventanales de la casona abandonada. En uno de ellos se podía ver los postigones abiertos de par en par, los vidrios sucios, una luz tenue y un rostro.
Se asombró de que hubiese alguien en la casona abandonada desde hacía años.
Cruzó la calle y antes de que pudiese llamar a la puerta ésta se abrió y escuchó una voz suave: - Adelante por favor, el señor Barreiro desea verlo.
Rolando Marcelo Arrizabalaga
Este texto obtuvo la primera mención de honor en la XIX Bienal Internacional de Escritores de Villalonga, en febrero de este año.
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