Si existe una etapa compleja e intrincada en la vida del ser humano esa es la de la juventud, en sus distintas etapas. Los miedos, las inseguridades, el asomarse a un mundo nuevo y desconocido hasta entonces, la dependencia, el sexo, los vínculos, las responsabilidades, todo eso conlleva el entrar, transitar y salir airoso de la etapa más maravillosa de la vida de un ser humano. Si a este cuadro de situación se le suma que esa etapa deberá ser transitada en un lugar como Carmen de Patagones, con sus particularidades de pueblo chico, sus vivencias cotidianas, sus dolores y su historia la cuestión se torna más especial.
Ser joven en Carmen de Patagones, como en cualquier lugar de características similares, no es igual a serlo en una ciudad grande, con todo lo que eso conlleva.
Deambular por la ciudad a cualquier hora, estar ajenos a los peligros de robos en las calles o secuestros extensivos, a la violencia de “ghettos” sociales y tantos otros ejemplos hacen que los chicos de estas dos ciudades transiten su etapa formativa en un clima más relajado que en la gran urbe.
Así los jóvenes de Carmen de Patagones, por citar un ejemplo, se encuentran, se enamoran y se divierten en medio de un clima y una realidad muchas veces abúlica que los hace mucho más distendidos y hasta ingenuos que sus pares de las grandes ciudades tan acostumbrados a la paranoia y la desconfianza.
Esto, indudablemente y en una sociedad conservadora marcada por las clases, marca diferencias implícitas que a su vez marca las relaciones futuras. Este ejemplo puede extenderse a otros ámbitos como el deportivo, donde el “pertenecer o no “ se ve reflejado en quienes se vinculan a un deporte como el básquet que nuclea a las capas de las clases media-alta y quienes eligen otras alternativas algo más populares.
Por otra parte, la misma sociedad conservadora y tradicionalista se encarga de mantener a raya a aquellos “desaforados” que osen ir contra la corriente de lo establecido socialmente.
Si bien el transcurrir de los años ha ido modificando esto, hay ejemplos concretos: los comentarios maliciosos e intencionados de las señoras sobre el joven que usa pelo largo y arito, o sobre la adolescente embarazada o incluso sobre el desprejuicio de vestir ropa diferente están a la orden del día y es la comidilla diaria en pueblos chicos como Carmen de Patagones.
Cuando la tranquilidad se convierte en apatía
La misma tranquilidad en la que transcurren la mayoría de las existencias de los jóvenes de Carmen de Patagones hace que en muchos casos se transforme en apatía o desinterés por el progreso intelectual o social. La ciudad por su lado no ofrece demasiadas alternativas ni variantes que sirvan de contención para la legión de jóvenes que deambulan por Patagones buscando algo que los atrape o simplemente algo que hacer.
Las estadísticas oficiales que se encuentran en
La falta de oportunidades, el futuro inmediato congelado o el agobio ante una sociedad clasista, conservadora y obsesivamente escrutadora, hacen a los jóvenes plantearse los objetivos centrales de sus existencias y en casos como estos, muchas veces elegir la peor opción para evadirse.
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